Poniéndonos en contexto. El gobierno de Rajoy había comenzado con sus políticas, acentuando las medidas de austeridad del anterior ejecutivo. Por esos momentos se estaba tramitando la reforma laboral, a la que se oponían todas las organizaciones de trabajadores. Entre el mutismo del presidente respecto a la reforma, la escasa opción que se dejó al debate parlamentario sobre ella y la amenaza de los sindicatos de que si ésta se llevaba a cabo el conflicto se prolongaría y recrudecería, se convocó la primera huelga general del año.
Así llegó el jueves 29 de marzo y, en las 111 manifestaciones convocadas en toda España, se dieron cita cientos de miles de manifestantes para mostrar su descontento con las políticas que se llevaban a cabo y que se llevarían a cabo en meses futuros.
Como viene siendo habitual la huelga tuvo menos seguimiento que las manifestaciones, pese a que los sindicatos cifraron el seguimiento del parón en un 77%, desde la CEOE hablaban de un 15% aproximadamente, mientras que el Gobierno no dio cifras globales. Las manifestaciones sí que realmente fueron bastante masivas, cerca de 10 millones de personas salieron a protestar según estimaciones de los sindicatos, 800.000 según el Gobierno.
Llamó bastante la atención el alto seguimiento que tuvieron las manifestaciones en Valencia, Sevilla y Bilbao, además de en Madrid, donde según fuentes de los sindicatos había unos 900.000 manifestantes, mientras que las comunidades autónomas en las que más se siguió el paro fueron Asturias, Catalunya y Galicia. En general las concentraciones fueron tranquilas por todo el país, a excepción de en Barcelona, donde se registraron disturbios. En la Ciudad Condal se vivieron episodios violentos, con contenedores ardiendo desde la tarde hasta la madrugada, en la que todavía se registraban duelos entre antidisturbios y el sector más violento de los manifestantes.
En todo el país la jornada de huelga se saldó con 176 detenidos y 116 heridos, 70 de los cuales pertenecían a las fuerzas del orden. De estas detenciones algo más de 30 tuvieron lugar en la capital catalana, mientras que 44 de los 116 heridos fueron también en Barcelona.
Respecto a las cifras ofrecidas por las Delegaciones de Gobierno, también fueron objeto de controversia, ya que fueron tremendamente a la baja. Por ejemplo en la manifestación en Madrid, desde el punto de reunión en la Puerta del Sol (tras media hora esperando a que se les permitiese el acceso, por las reticencias tras el 15-M), los líderes sindicales ensalzaron la jornada de huelga que, según ellos, había sido "una huelga como la copa de un pino".
Visto en retrospectiva cabe destacar el carácter marcadamente más tranquilo que tuvo esta huelga general respecto a la del pasado 14 de noviembre. Una buena muestra de ello es que los incidentes con contenedores ardiendo se dieron casi exclusivamente en Barcelona, por la concentración de grupos antisistema (el recurrente en la prensa "Black Bloc", pese a su escasa actividad en los últimos tiempos) que allí se da, y en algunos puntos de Asturias dado el fuerte carácter de las protestas de los mineros del carbón. Como veremos en el post sobre la huelga del 14-N, la violencia poco a poco se va aceptando más entre el manifestante de a pie, desesperado por su situación.
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